miércoles, 30 de mayo de 2007

Suicidio de un funcionario japonés

El Mundo
FRAUDE Y DESVIO DE FONDOS EN EL GOBIERNO DEL PREMIER SHINZO ABE
Se suicidó otro funcionario japonés acusado de corrupción

Un nuevo suicidio conmueve a los círculos políticos de Japón. El ex director ejecutivo de una agencia japonesa involucrada en un escándalo de corrupción y malversación de fondos públicos fue encontrado muerto ayer y todo indica que se trató de un suicidio, el segundo episodio dentro del mismo contexto de fraude. El lunes, el ministro de Agricultura, Toshikatsu Matsuoka (62), se ahorcó en su casa, horas antes de comparecer ante el Parlamento.

Shinichi Yamazaki (76), de la Agencia de Recursos Verdes (J-Green) de Japón, se habría suicidado ayer tirándose al vacío desde su departamento, en un edificio en la ciudad de Yokohama. El sábado, su despacho había sido registrado y él había sido interrogado. Para ayer estaba previsto un nuevo interrogatorio sobre su papel en el escándalo que salpica al Ministerio de Agricultura.

Los suicidios tienen una larga y romántica tradición en Japón, donde suele verse al hecho de quitarse la vida como un modo de escaparle a la humillación pública. El escándalo de corrupción y desvío de fondos en el área de agricultura y espacios verdes es una mancha que algunos consideran indeleble para el gobierno del premier Shinzo Abe (Partido Liberal Demócrata), a dos meses de una elección legislativa clave prevista para el 22 de julio.

El ex ministro Matsuoka se suicidó aparentemente debido a que había sido acusado de recibir donaciones de hasta 107.000 dólares durante tres años, hasta 2005, por parte de 14 constructoras que accedían a proyectos públicos dependientes de su área. Debía comparecer el lunes ante una comisión parlamentaria. Dejó seis notas, una dirigida al premier Abe y otra, al pueblo japonés. Una de esas notas decía: "Me disculpo por haber creado problemas. No tengo excusas para mi propia ignorancia y falta de virtud. Mi esposa conoce bien todos los detalles. Ella puede confirmarles todo."

(http://www.clarin.com/diario/2007/05/30/elmundo/i-02001.htm)


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Lugar exótico, Japón: allí la humillación pública es un castigo atroz, insoportable.

¿Qué dirán en el barrio? ¿Allí va la señora Matsuoka, esposa de un ladrón?

O: ¿allí va la esposa de un hombre que se equivocó y salvo su honor?

Decididamente, el honor no es un tema post-moderno en casi todo el mundo.

Aquí, entre nosotros, el señor corrupto número 80.542 sirve para agitar titulares, pagar abogados tan corruptos como él y, con el tiempo y luego de algunas incomodidades relativas, zafar.

Sí señoras y señoritos del mundo, escuchen bien: aquí zafamos, ésa es nuestra característica más notoria.

El señor Matsuoka no anduvo con vueltas, escribió que: "Me disculpo por haber creado problemas. No tengo excusas para mi propia ignorancia y falta de virtud. Mi esposa conoce bien todos los detalles. Ella puede confirmarles todo."

¡Qué boludo el señor Matsuoka!

¡Con lo fácil que le hubiera resultado recibir pocas pero eficientes lecciones de algún funcionario de por aquí y esquivar todo, hasta la pérdida del honor!

Es que por acá no existe ese tonto asunto de la “humillación pública”, ¿a quién se le ocurre?

Acá somos muy vivos, ché.

Y la señora Matsuoka puede confirmar todo, va a tener que aparecer sin maquillaje a verdad desnuda y no podrá mentir para proteger el “negocio familiar”.

Tuvimos militares asesinos que fueron a hacer “docencia” a otros países.

Tenemos barras brava del fútbol que hacen lo mismo, enseñando cómo se puede transformar una pasión legítima en un buen negocio mafioso.

¿Por qué no exportar funcionarios corruptos para enseñarles a los japoneses cómo hay que funcionar para disfrutar una vejez corrupta en alguna isla lejana?

La Agencia de Recursos Verdes de Japón tiene esperanzas.

Debe ser un honor vivir en un lugar donde existe el exótico “honor público”.

Si hasta te dan ganas de retroceder en el tiempo y pedirles a Matsuoka y Yamazaki que, por favor, no se suiciden.


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