domingo, 27 de mayo de 2007

Avances hacia la "tercera juventud"

Sociedad
TENDENCIAS : CADA VEZ HAY MAS TRATAMIENTOS PARA RETRASAR EL ENVEJECIMIENTO

Vivir más y mejor: la ciencia ya avanza hacia la "tercera juventud"

En las últimas cuatro décadas la expectativa de vida aumentó 20 años. Hay casi cinco millones de argentinos con más de 65 años, algo así como el 14 por ciento de la población. Y la imagen que transmiten no es la de los clásicos abuelos achacados, sino la de gente con ganas y energía para seguir produciendo, trabajando, riendo, pasándola bien. Se la comenzó a llamar tercera juventud en lugar de tercera edad. Y la ciencia y la medicina son los mayores responsables de este cambio de paradigma.

"Con el envejecimiento hay prejuicios milenarios, por eso se perdió tanto tiempo, pero hoy la ciencia hizo un cambio radical. De todas maneras, la problemática no es el envejecimiento sino la longevidad, que es la que estira el envejecimiento. Y hoy hay una avalancha de longevidad", dice Juan Hitzig, especialista en biología del estrés y envejecimiento.

"Hoy la mala sangre tiene fórmula", dice Hitzig: mucha adrenalina, poca serotonina, mucho cortisol, poca dhea. La buena sangre es al revés.

"Hay que concientizar a la gente para que no tenga miedo a esta nueva etapa que da la expectativa de vida actual. Se debe apostar a seguir creciendo, aprendiendo, a estar conectado con el mundo y la realidad. Hay que mantener las neuronas conectadas, tener vínculos y redes externas, que son las que incentivan las redes internas de lo psicológico, inmunológico, endocrinológico y neuronal. Hay que expresar los afectos, y hacer sentir que se es una persona interesante, con cosas para decir. Eso fortalece la autoestima", dice Graciela Zarebsky, directora de la especialización en Psicogerontología de la Universidad Maimónides.

(http://www.clarin.com/diario/2007/05/27/sociedad/s-04615.htm)

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Los nuevos tratamientos atrasan a la gente.

La ciencia está por entrar en su tercera juventud.

Los cirujanos estiran el envejecimiento.

Hay que seguir creciendo sin hacerse mala sangre.

Escuchen este elogio: “¡Qué bien que estás, no parece que fueras vos!”

Hace mucho que no te veo y sin embargo estás igual, pero eso me preocupa: ¿no te pasó nada en la vida?

¿Es cierto que vas al psicólogo para saber quién sos pero salís y te gastas todo para aparentar que en realidad sos otro?

El envejecimiento es tan viejo que produce prejuicios milenarios.

Guarda que se vienen: hay una avalancha de longevidad.

Demasiado trabajo extra para los jubilados: hay que reír, hay que estar conectado, desarrollar las neuronas en el gimnasio, demostrar afectos, hacer sentir que se es una persona interesante, producir la sensación de que se tienen cosas para decir, levantar con grúa la autoestima: ¿cómo no envejecer después de todo este esfuerzo?

La municipalidad reparte plazas para que los ancianos bailen y los jóvenes estudien.

En el almacén, el endocrinólogo de guardia vende serotonina suelta o envasada para tener buena sangre y ser joven.

La clave es desandar el tiempo, involucionar, dejar de crecer, aceptar una imagen como proyecto.

Ningún problema con la identidad: no soy, sólo parezco.

A los chicos de hoy los espera en la esquina la cuarta juventud.

“Hay que concientizar a la gente para que no tenga miedo”, dice la pediatra de ancianos.

Y disculpen pero ya me voy: tengo una fiesta en el jardín de infantes.



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