miércoles, 4 de julio de 2007

Aves en Argentina hace seis millones de años


Ultimo Momento
15:15 Revelan el secreto de un ave voladora que vivió hace seis millones de años en la Argentina

Se trata del Argentavis magnificens y es la más grande del mundo. Investigadores de la Universidad Tech del Museo de Texas calcularon sus parámetros de vuelo e introdujeron esos datos a modelos computarizados. Los resultados demostraron que el pájaro tenía todas las características de un planeador de alta performance.

Se trata del Argentavis magnificens, el ave voladora más grande de la que se tiene conocimiento. Con siete metros de envergadura, este animal probablemente era un experto planeando en las corrientes térmicas y brisas de todo tipo, dicen expertos que estudiaron sus habilidades.

Los científicos, que publicaron su estudio en la revista norteamericana Anales de la Academia Nacional de Ciencias, también señalaron que al Argentavis le debe haber costado mucho levantar vuelo agitando las alas: pesaba unos 70 kilos.

El estudio indicó que este planeador utilizaba problablemente la misma técnica que usan hoy en día los deportistas que practican aladelta o parapente: se impulsaba colina abajo o trepaba hasta un punto alto para luego remontar con velocidad y altura.

"Su problema era cómo llegar al cielo", explicó Sankar Chatterjee, un profesor de geología del museo de la Universidad Politécnica de Texas en Lubbock, EE.UU. y principal autor del estudio.

(http://www.clarin.com/diario/2007/07/03/um/m-01450062.htm)

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Por fin han revelado el origen y las características de quienes habitan la Argentina desde hace seis millones de años.

Parecía difícil pero, en una tarde de lluvia, mates y biscochitos salados, un grupo de aburridos investigadores de un museo de una universidad de Texas develó el misterio.

El Magnífico Argentino Volador se subía a la cumbre del Aconcagua y luego se lanzaba, espléndido y despreocupado, a planear sobre las vastas planicies.

Andaba sobre sierras y llanuras, sobre lagos y ríos, sobre bosques y playas desiertas.

Era un planeador de alto rendimiento, un típico producto de competición surgido de computadoras super-inteligentes.

Y especialmente planeaba a gran altura con el pecho inflado de orgullo, ni siquiera se tomaba la molestia de agitar sus enormes alas, simplemente las dejaba en posición adecuada y listo: a gozar de maravillosos paisajes sin esfuerzo.

Eso sí: pesaba setenta kilos y tenía que llegar a la cumbre para luego lanzarse porque su tamaño y peso le impedían elevarse como hace cualquier insignificante pajarito casi sin nombre, cualquier gorrión, zorzal o gaviota.

De manera que sólo Dios sabe qué oscuras negociaciones o poderes mágicos o negociados secretos, probablemente corruptos, lograban depositarlo en la cumbre.

Pero una vez allí, y no seamos mezquinos: no importa cómo después de todo, empezaba el maravilloso y orgásmico ritual del ostentoso planeo, el avistaje de las tierras infinitas que sólo justificaban su existencia por ese instante de absoluto placer casi divino y en el cual se realizaba su propio destino.

Para eso estaban las tierras y los paisajes de la creación: para ser sobrevolados sin esfuerzo y con gracia por este ejemplar hijo de los dioses, sólo para eso.

Con siete metros de envergadura, este animal probablemente era un experto planeando en las corrientes térmicas y brisas de todo tipo, dicen los especialistas que estudiaron sus habilidades.

Está claro que el ámbito adecuado del Magnífico Argentino Volador eran los cielos y su contacto natural era con los dioses.

Y sólo a un insignificante investigador de un museo podría ocurrírsele recordar, tal vez con un poco de envidia que: “Su problema era cómo llegar al cielo”.

¿A quién puede importarle ese tonto detalle, ese comentario miserable típico de terráqueo nacido para cosas chiquitas y hasta detestables como andar sobre la tierra y romperse el lomo para sobrevivir?

Esos nunca sabrán lo que se siente al codearse con los dioses, jamás sentirán el infinito placer de planear en silencio mirando las cosas desde arriba, desde muy alto.


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