sábado, 28 de julio de 2007

Ministra boliviana, discriminada

Sociedad
INVESTIGAN UN HECHO QUE SUCEDIO HACE UN MES EN MIGRACIONES DE EZEIZA
Ministra boliviana, discriminada

Celima Torrico es la ministra de Justicia de Bolivia y viste siempre ropa típica quechua. Aunque lo contó esta semana, hace un mes esperaba en la fila destinada a diplomáticos en Migraciones de Ezeiza cuando un empleado le grito "che, che, che mamita salí de ahí, vení, vení por acá". Antes lo había escuchado murmurar "cómo esta indígena va a ser diplomática".

La prensa de Bolivia publicó recién ayer lo sucedido a la ministra al salir de Argentina y desde la Dirección de Migraciones se anunció que se investigará el posible caso de discriminación por parte de un funcionario del aeropuerto de Ezeiza.

El director de Migraciones argentino, Ricardo Rodríguez, salió a dar explicaciones: aseguró que se enteró del hecho a través de la prensa ya que la ministra no hizo la denuncia ni se quejó a la Cancillería argentina por lo ocurrido. Rodríguez también dijo que llamó a Torrico para informarse y sobre todo "pedirle disculpas", pero no pudo contactarla.

Rodríguez también aseguró que puso en marcha una investigación para aclarar el hecho e identificar al empleado, a través de los videos de seguridad.

Desde Bolivia, la ministra -y dirigente de productores de coca de la zona del Chapare, de donde es también el presidente boliviano, Evo Morales- contó que recién después de aclarar que era una alta funcionaria pudo hacer los trámites.


(http://www.clarin.com/diario/2007/07/28/sociedad/s-05209.htm)

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Venga para acá, mamita.

¿A quién se le ocurre ponerse ese disfraz para entrar en un país civilizado por su puerta principal?

Venga mamita, y vístase como la gente.

¿O se cree que estamos en carnaval?

¿Ministra? ¿Ministra de qué, me estás cargando?

Vamos mamita, váyase y entre por donde le corresponde: máximo en un micro atestado de personas y gallinas.

Pague el precio por entrar a un lugar como la gente, póngase en la cola y deje que el gendarme la manosee y entréguele unos pesitos.

Y no se olvide de mirar el piso mientras la interrogan y agradézcale a Dios que la dejamos entrar.

¿Seguro qué es diplomática?

¡Qué cagada!

¿Por qué no avisan, che?

¿Cómo no saben qué va a venir una diplomática disfrazada de coya?

¿Y encima es ministra de justicia y dirigente de los coqueros?

Creo que esto me va a costar caro, ni todos los papitos del mundo me salvan.

¿Por qué carajo no les pondrán una marca, algo fluorescente en la ropa para distinguirlos?

Si hasta es peor que no se haya quejado ni haya hecho la denuncia, ahora sí que me da miedo.

Ni siquiera el director de Migraciones pudo ubicarla para pedirle disculpas: ese silencio me produce terror.

Creo que cualquiera día aparezco en una zanja.

Si pudiera acercarme y pedirle perdón, hasta de rodillas lo haría.

Pero no, ahora se oculta amparada por el cargo. O tal vez haría lo mismo, no sé.

Sólo sé que estoy cagado en las patas, eso sí sé.

Y también que eso no se puede hacer con una ministra, aunque entre disfrazada como ésta.

Con los otros uno se cansa de prepotear, o de ser obsecuente con los que vienen del primer mundo, aunque sean mochileros.

¿Qué carajo les pasa, por qué los largan así al mundo, por qué no los visten como la gente?

Uy dios, ¡sálvame mamita mía, por favor te lo pido!

Decíme lo que haya que hacer que lo hago: ir de rodillas a Luján, rezar una novena, esperar en la embajada hasta que aparezca, tirarme al piso y pedirle perdón con periodistas presentes.

Si hasta soy capaz de meterme en algún grupo que luche contra la discriminación, con eso te digo todo.

¡Qué idiota!

¿Por qué se me habrá ocurrido abrir la boca y decir esa ganzada?

Perdón mamita, pero andá y cambiate, por favor.

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