domingo, 29 de julio de 2007

Internan en manicomio a periodista rusa

El Mundo
MILITABA EN EL PARTIDO DE KASPAROV
Denuncian que internaron en un manicomio a una periodista rusa opositora

La periodista rusa Larissa Arap, opositora al presidente Vladimir Putin, fue internada en un hospital psiquiátrico y según denuncias de la organización política en la que militaba, el Frente Civil Unido, fue a causa de su actividad militante contra el Gobierno.

La agrupación se inspira en la actividad opositora del ex campeón de ajedrez Garry Kasparov. De acuerdo con la presidenta de la organización de Murmansk (noroeste de Rusia), Elena Vassilieva, Arap fue encerrada en un neuropsiquiátrico debido a sus artículos, en los que denunciaba que en centros para la cura de enfermedades mentales de la zona se aplicaba el electroshock a los niños.

Vassilieva declaró que Arap fue llevada por la fuerza por la Policía, para internarla primero en una clínica y luego trasladarla a un centro psiquiátrico a unos 150 kilómetros de la ciudad. "No creemos que esté enferma, tal vez sufre de nervios, pero jamás perdió el control y no constituye una amenaza para nadie. Este es un retorno a la era de la represión stalinista", dijo.

Un vocero del gobierno local respondió que, pese a desconocer el caso de Arap, considera imposible que alguien sea internado por motivos políticos.

La gran red de manicomios políticos fue organizada en la ex URSS por Stalin y luego en los '60 por Iuri Andropov. A muchos disidentes se los trataba como enfermos mentales. Según estimaciones, en 70 años habrían sido internadas dos millones de personas sanas, opositoras al régimen.

(http://www.clarin.com/diario/2007/07/29/elmundo/i-02801.htm)

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Fue un amigo y colega de Larissa el que, involuntariamente, decretó la internación de su amiga.

Cuando se enteró que la periodista denunciaba que en centros para la cura de enfermedades mentales de la zona se aplicaba el electroshock a los niños, y tomando un café con un colega en un bar de Moscú, le dijo: “Che, ¿qué le pasa a Larissa?, está loca, temo que le pase algo”.

Y le pasó: a las dos horas, Larissa Arap, opositora al presidente Vladimir Putin, estaba internada en un hospital psiquiátrico mientras el ministro correspondiente decía: “Lo hacemos por recomendación de su amigo, que está muy preocupado por su salud, igual que nosotros”.

“En realidad es un problema científico, un asunto de investigación”, dijo el ministro de Ciencias, “estamos facilitando que los periodistas tengan más contacto con las líneas de trabajo actual, que a veces son mal interpretadas”.

Parece que Larissa tenía poca o mala información pero ahora, gracias a su internación, hasta va a poder escribir un libro sobre el tratamiento psiquiátrico de los chicos.

Por ejemplo: mientras el director del hospital donde se encuentra alojada coloca delicadamente sus dedos en el toma corriente de la pared y Larissa empieza con las habituales convulsiones, le dice suavemente, casi acariciándola: “¿Ve que no es para tanto? A partir de ahora se va a sentir mucho mejor, más tranquila. Estuve leyendo sus artículos y la noto un poco alterada, demasiado excitada, pero esto le va a cambiar la vida, créame. Se va a ir mejor, agradecida y feliz de aquí, no tenga dudas”, le dice el psiquiatra con entera convicción terapéutica.

“Gracias”, contesta Larissa, “yo desconocía esta felicidad que ahora, en cuanto salga, voy a dar a conocer al mundo. Pero ¿podría bajar el voltaje un poco?, es demasiado placer como para soportarlo, y creo que no merezco tanto”, agrega al borde del éxtasis cósmico.

“¡Cuántas cosas debemos al padrecito Stalin y al padrecito Andropov!”, exclama la periodista disidente. “Estoy sinceramente arrepentida de haber escrito que nuestro amado presidente es un hijo de gran Putín, pero lo hice por ignorancia: no conocía esta dicha. ¡Qué sanos y felices deben quedar los chicos electro-choqueados!”, agrega muy conmovida.

Preguntado sobre el asunto, que empezaba a divulgarse en las redacciones de todo el mundo, un vocero del gobierno local respondió que, pese a desconocer el caso de Arap, consideraba imposible que alguien fuera internado por motivos políticos.

“¿A quién se le ocurre?”, declaró indignado el vocero a voz en cuello.

Ahora Larissa pidió que también internen a su amigo, el que hizo el comentario en el bar de Moscú: “No quiero que se pierda esto por nada del mundo, uno desea lo mejor para sus amigos del alma”, le suplicó al director del hospital.

Los chicos del pabellón del lado quisieron hablar con ella a solas pero no los dejaron: parece que no es bueno para su proceso de recuperación, dicen los psiquiatras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, pero ¿de dónde sacás todas estas fotos? Debe ser un abono a las paredes.