miércoles, 11 de julio de 2007

Acusados por muertes en un hospital

Ultimo Momento
23:37 Dos acusados por muertes en el Hospital Santojanni quedaron cerca del juicio oral

Son el ex jefe de Recursos Físicos del centro de salud y el encargado de electricidad de la empresa que estaba a cargo del mantenimiento. La Cámara del Crimen confirmó los procesamientos y además dictó embargos por 250 mil pesos. El 30 de junio de 2005, dos pacientes murieron luego que una falla eléctrica dejó sin energía a los respiradores artificiales.

La Cámara del Crimen puso más cerca del juicio oral y público a dos personas acusadas por la muerte de dos pacientes del hospital público porteño Donación Santojanni, originadas en una falla eléctrica que inutilizó los respiradores artificiales a los que estaban conectados.

El 30 de junio de 2005, a las 15.20, una falla eléctrica dejó sin energía a los respiradores de las áreas de la unidad coronaria, la de "shock room" o intensiva, y la intermedia. En esas circunstancias murieron los pacientes Antonino Trimboli, de 82 años, y Norma Fernández, de 59. De acuerdo con la reconstrucción que hizo la Justicia, los decesos se produjeron porque quedaron sin energía los respiradores, luego de que operarios de Poliequipos tomaban electricidad de un tablero para dotar de energía a otro, que debía alimentar la red informática que instalaba Siemens.

La resolución de la Cámara contra Piller y Ghettiel avaló la investigación de Cuñarro y los procesamientos de Pierretti, tras considerar que existió "violación del deber de cuidado" por parte de los procesados, en su carácter "prima facie" de concesionarios y responsables de la prestación del servicio al hospital estatal.


(http://www.clarin.com/diario/2007/07/10/um/m-01454571.htm)

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Una falla geológica en la construcción del cerebro de dos técnicos terminó ocasionando una falla eléctrica mortal.

Los investigadores en neurociencias están muy interesados en saber cómo funcionan ambos cerebros, razón por la cual se los pidieron a la justicia.

El juez a cargo les contestó que: “Entiendo el fervor científico de los solicitantes, pero es imposible complacer el pedido hasta que los técnicos no se mueran”.

Bueno, contestan los investigadores, basta con que los internen unos días en terapia intensiva del mismo hospital y seguro que muy pronto los tendremos en el laboratorio.

“Estamos fascinados con el caso”, dicen mientras se frotan las manos, “necesitamos saber cómo funcionan dos cerebros que desconectan un respirador para hacer funcionar una computadora destinada a turnos y estadísticas”.

¿Ustedes creen que tendrían algo contra los desconectados, podría ser un crimen por encargo?, les pregunta el juez.

No, en absoluto, dicen los neurocientíficos.

Es habitual, agregan. La prioridad eran las computadoras, del otro lado podía haber lavarropas, heladeras o personas: es lo mismo.

Nos delira saber cuál es la operación cerebral que primero los equipara y luego logra eliminar al respirador como prioritario ocasionando la muerte de ésas personas.



También dicen que en la vida cotidiana esto ocurre continuamente, pero nunca habían visto casos en los cuáles la elección fuera tan clara.

Esto es de libro”, exclaman felices y casi a pura carcajada.

Y le explican al juez que prefieren no saber cuántos de estos cerebros hay en circulación, pero que en este caso en particular falta una enzima encargada de poner el último freno.

Como si no pudieran elegir siquiera.

“Incluso podrían entrar dentro de una extensa gama de incapacidad cerebral que recién comienza a ser explorada”, agregan.

Eso es un problema dice el juez, porque podrían ser declarados no imputables.

No es problema nuestro, aclaran los científicos.

“¡Miren el problema en que nos metieron estos idiotas!”, dice el juez.

Es apenas una falla geológica, juez. No se preocupe, tal vez Dios tenga la culpa”, le contestan mientras empiezan a preparar el laboratorio con tanto entusiasmo.

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