viernes, 27 de julio de 2007

Lo indemnizan por inundarle el jardín

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15:45 Ordenan indemnizar a un hombre al que le inundaron su jardín con 6.000 litros de leche

La empresa láctea dueña del camión deberá resarcir al dueño de la vivienda. En abril de 2002, el chofer del vehículo se había quedado atascado en una calle de Longchamps y decidió vaciar el contenido del tanque. La leche cayó en el jardín del damnificado y luego se convirtió en una "ricota nauseabunda".

La resolución conocida hoy fue firmada por los camaristas del fuero civil Carlos Carranza Casares, Beatriz Arean y Carlos Bellucci y benefició a Héctor Fabián Andrea, a raíz del episodio protagonizado el 5 de abril de 2002 por un camión de "La Serenísima", en la localidad bonaerense de Longchamps.

Esa jornada, el camión se había quedado atascado. Al parecer, esa fue la razón por la que el chofer decidió vaciar el contenido del tanque, inundando el jardín de Andrea. El damnificado, ayudado por sus vecinos, hizo todo lo posible por hacer desaparecer la leche. La tapó con tierra y hasta prendió fuego. Pero no puedo evitar los "olores nauseabundos".

Diversos testigos declararon en el expediente que eran "insoportables" las emanaciones que se producían ante la descomposición de la leche y la proliferación de moscas y otros insectos.

El tener que transitar "ante una suerte de ricota o requesón" producida por la fermentación del elemento en el jardín de su vivienda provocó en el damnificado una "razonable afectación" de intereses legítimos, dijeron los magistrados.

(http://www.clarin.com/diario/2007/07/26/um/m-01465425.htm)

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A cambio del pequeño perjuicio, la empresa “La Serenísima” ha ofrecido al señor Andrea la organización de la Fiesta Nacional de la Ricota.

Pero Andrea, ahora apodado “el nerviosísimo”, se negó debido a que sigue muy afectado por el tsunami lácteo que le inundó el jardín con seis mil litros de leche.

“S i hubieran desagotado seis mil litros de nafta hubiera sido distinto: podría haber puesto una estación de servicio”, se queja el afectado.

“No necesitabas hacer esto, nosotros ya le habíamos prometido a mamá que vamos a tomar la leche todos los días y sin protestar”, le dijeron los hijos al asomarse al jardín.

Durante varios días, el jardín fue una tentación para demasiada gente, incluidas 400 variedades de moscas, 4578 de otros insectos y más de un millón de bacterias diferentes.

En kilómetros a la redonda, las señoras salían a la calle munidas de recipientes de plástico con tapa y una palita de playa, respondiendo invariablemente a la pregunta del marido: “Voy a buscar ricota al jardín de los Andrea”.

Pero el problema más grande fueron los olores, que rápidamente y sin pensarlo mucho, reciben la denominación de nauseabundos cuando son desagradables.

Y éste era el caso: la municipalidad tuvo que organizar un operativo ingeniosamente denominado “Cerco Nasal” (los fabricantes de barbijos estaban exultantes), la empresa láctea tuvo que contratar a otra de perfumes y el camionero andaba con un spray en la mano, disculpándose a diestra y siniestra.

Incluso la empresa trató de negociar con las bacterias, que acudían desde todas partes del mundo para regocijarse a sus anchas con semejante festín.

Negociación condenada al fracaso porque casi todos los concursos importantes para bacterias incluían, como primer premio, “un viaje con todos los gastos pagos al jardín de los Andrea”.

Y hasta Los Redonditos de Ricota aprovecharon para reeditar todos sus discos.

Pero lo más importante es el dictamen, que abre nuevas perspectivas jurídicas a la humanidad entera: ahora todos sabemos que podemos sufrir una "razonable afectación de nuestros intereses legítimos” y reclamar una compensación.

A estas horas, ya hay treinta millones de juicios contra los diarios y los noticieros de radio y televisión: su medio de transporte se rompe y el fluido informativo te llena el cerebro de basura en descomposición y olores nauseabundos.

Después de todo, la familia Andrea tuvo bastante suerte.

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