jueves, 7 de junio de 2007

Rescate de clubes y bibliotecas

Sociedad
PROVINCIA DE BUENOS AIRES
Salen al rescate de clubes y bibliotecas históricos

Se lanzó "Luna de Avellaneda", plan para evitar que cierren más de mil instituciones.

Paredes despintadas, banderines descoloridos y fotos color sepia con algún personaje importante que visitó el barrio. Son casi reliquias que forman parte de la resistencia de más de mil clubes de la provincia de Buenos Aires que todavía pelean a la crisis para no cerrar.

Son instituciones, algunas centenarias, que nacieron para contener a jóvenes y vecinos en actividades sociales, deportivas y culturales instaladas en los corazones barriales, que hoy están casi en ruinas.

El Gobierno bonaerense anunció ayer que impulsará un proyecto de ley para recuperar y preservar esos espacios comunitarios históricos, como clubes sociales, sociedades de fomento y bibliotecas populares con un mínimo de 50 años de fundación. Será un intento por recuperar instituciones que formen parte de la historia de los barrios y que se encuentren en una situación económica crítica.

Los clubes que ingresen al programa "Luna de Avellaneda" —nombre en homenaje al filme nacional que mostró desde la mirada artística la historia de un club que da pelea por no desaparecer— accederán a beneficios de tarifas sociales en servicios como luz, gas y agua. La iniciativa impulsada por el Ministerio de Desarrollo Humano provincial prevé además la entrega de becas para promover la participación de adolescentes en actividades deportivas y culturales a desarrollarse en esos ámbitos.

(http://www.clarin.com/diario/2007/06/07/sociedad/s-04001.htm)


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Hace un tiempo, miles de clubes y bibliotecas zarparon para una expedición difícil pero apasionante: asociarse, contener y ayudar a crecer.

Fue un éxito, pero un día se cayeron en un banco de niebla.

Hubo algunos cambios dentro del tiempo y perdieron la brújula: la sociedad empezó a necesitarlas menos, deslumbrada por otras luces.

Entonces, esa luz se extravió, las paredes se fueron ensuciando sin maquillaje y se recibieron de cosa vieja, de nostalgia sin retorno.

Se fueron quedando como un dato del tiempo, nada más.

Cada vez más difícil conseguir libros y, especialmente, lectores que los abrieran con deseo.

Cada vez más complicado juntar unos pesos para comprar las camisetas y pagar a los profesores y cuidadores.

Todo cada vez más ad-honorem, por el puro honor.

¿Para qué la cultura y las ganas barriales?

¿Para qué desde acá si todo lo que vale es desde allá?

¿Para qué cerca si lo que importa está lejos, es lejos?

Si la gente dejó de amar su lugar para extasiarse por vía satélite, ¿por qué mantener estos museos de la esperanza?

Ahora armaron una brigada de rescate que se internó en la niebla para ver si las encuentran, si queda algo de ese esplendor.

Un poco de ese amor que supieron dar.

La Sociedad de hoy necesita unos Fomentos y unas Ventosas para agarrarse al Tiempo y volver a crecer.

Hay una Luna de Avellaneda en cada barrio, en cada pueblo.

Y no es desmérito repetir algo que fue cierto y funcionó: el Tiempo no se va a morir de vergüenza por eso.



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