Cinco represores argentinos condenados

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16:18 Italia: la Justicia considera "probada" la responsabilidad de cinco represores argentinos condenados

La Corte de Apelaciones romana dio a conocer hoy los argumentos del fallo contra Alfredo Astiz, Jorge "El Tigre" Acosta, Jorge Vildoza, Antonio Vañek y el prefecto Héctor Antonio Febres, quienes actuaron en la ESMA durante la dictadura. Todos fueron sentenciados a cadena perpetua por el asesinato de tres ciudadanos italianos.

La Justicia Italiana aseguró hoy que está "ampliamente probada la responsabilidad" de cinco ex militares argentinos en la muerte de tres ciudadano italianos desaparecidos durante la última dictadura. Así figura en los argumentos del fallo que en marzo condenó a los represores a cadena perpetua.

Se trata de cinco ex militares de la Armada que actuaron en la órbita de la ESMA, Alfredo Astiz, Jorge Eduardo Acosta, Jorge Raúl Vildoza, Antonio Febres y Antonio Vanek, imputados de "homicidio voluntario múltiple premeditado" de Angela María Aieta (madre del dirigente Dante Gullo); Giovanni Pegoraro y su hija Susana, quien se encontraba embarazada al momento de su secuestro.

Según informó la agencia ANSA, la Corte de Apelaciones de Roma estableció que "es ampliamente probada la responsabilidad de los imputados" en esas muertes, incluso porque "en los años de la dictadura fue realizado el más trágico genocidio de la historia argentina".

Astiz, quien se encuentra detenido y procesado en la Argentina por varias causas por violaciones a los derechos humanos, ya había sido condenado a perpetua en 1990 por la Justicia de Francia en el caso de las dos monjas francesas.

(http://www.clarin.com/diario/2007/06/19/um/m-01441326.htm)


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¿Cuántas veces hay que juzgar y condenar a cinco genocidas para que paguen algo, sólo una parte, de las atrocidades que inventaron y ejecutaron?

¿Adónde hay que juzgarlos: aquí, en Europa, en Madagascar, en la cima del Everest, en alguna luna de Júpiter?

¿Adónde van a cumplir su condena: en alguna cárcel amiga, en un refugio alpino, en la quinta del abuelo, haciendo de guías de turismo en la Esma, adónde?

¿En qué lugar están los otros cuatro?

¿Riéndose de la justicia italiana mientras recuerdan con sus amigos los heroicos acontecimientos que protagonizaron?

¿Diciéndole con una risotada cómplice al portero del edificio donde viven: “Mirá a estos boludos de los italianos”?

Los secuestrados-torturados-asesinados que pasaron por sus sucias manos nunca tuvieron esos privilegios.

Y eso motoriza un odio infinito y eterno, definitivo.

¿Cuál es la equivalencia entre situaciones tan incomparables, tan absurdamente contrastadas?

¿A cuántos siglos de infierno corresponde una sola historia de la Esma: un preso torturado hasta morir, otro quemado en una parrilla, una madre que nunca verá a su hijo siniestramente cedido a otro torturador o a un cómplice?

No hay escala posible para medir, no hay indignación ni furia que alcance.

¿Y entonces, y después?

¡La misma justicia italiana deja salir “a trabajar” a otro genocida nazi que asesinó a no-sé-cuántos-italianos (Priebcke o cómo se llame, si es que tiene nombre)!

No hay sur-realismo posible en ésta historia, salvo el que producen “las justicias” burocráticas y su trabajo “políticamente correcto”…

Dentro de cinco años, el múltiple asesino serial Astiz podrá salir para trabajar de asistente en el estudio jurídico de su abogado, asesorando a otros genocidas.

En mi barrio vivían medio iraquí y un cuarto de afgano: se volvieron y murieron allá en su tierra.

Ahora mismo vamos a iniciar una demanda penal para que la justicia argentina condene a Bush y sus lugartenientes por asesinato agravado con premeditación y alevosía en entorno genocida.

Queremos que los declaren culpables y los extraditen a la Argentina.

Y cumplan su condena perpetua en alguna cárcel políticamente incorrecta, puta madre que los parió.

¿Les parece bien?