martes, 5 de junio de 2007

Despierta trás 19 años en coma

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14:42 "Good bye Lenin!": un polaco despertó tras 19 años en coma y se encontró con un país nuevo

Jan Grzebski tiene 65 años y recuperó la conciencia tras casi dos décadas. En lugar del antiguo régimen comunista, se encontró con un país miembro de la Unión Europea, con Internet y celulares. Se sorprende de que los negocios tengan "tanta mercadería" y abran los domingos.

Jan Grzebski, un polaco de 65 años, se recuperó tras pasar casi dos décadas en coma. Su historia recuerda a la del filme Good bye Lenin!: al despertar, en lugar de la antigua Polonia comunista, se encontró con un país miembro de la Unión Europea, conectado a Internet y repleto de celulares.

Grzebski, trabajador del ferrocarril y oriundo de la región de Dzialdowo, al norte de ese país, entró en coma en el verano de 1988 a causa de un accidente laboral. Pero ahora, en contra de todos los pronósticos médicos, despertó.

Su situación es parecida a la de la película Good bye Lenin!, dirigida por Wolfgang Becker en 2003. En el filme, una férrea activista del bloque de la Alemania socialista cae en estado de coma en octubre de 1989. Meses después se despierta y no encuentra rastro alguno del comunismo.

"Cuando caí en coma sólo había té y vinagre en las tiendas, la carne era racionada, y por todas partes había largas filas para obtener combustible", dijo Grzebski a la televisión polaca. "Ahora veo a las personas en la calle con teléfonos celulares y hay tanta mercancía en las tiendas que me marea", agregó.

(http://www.clarin.com/diario/2007/06/04/um/m-01432020.htm)


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Debe haber un error”, dice Jan.

Es cierto Jan, hay un error: creer que un instante es la eternidad.

La realidad es que hace cuatro años, el director Wolfgang Becker estaba buscando un protagonista para su película Good Bye Lenin! y fue a ver a Jan.

Pero no logró despertarlo y tuvo que conformarse con los actores y la historia que finalmente filmó.

En ese momento no hubo forma de convencer al testarudo de Jan: todas las promesas de Becker resultaron inútiles.

“Ahora dejáme dormir, todavía no estoy en condiciones de despertar, tengo que procesar demasiadas cosas, aún no estoy preparado para el asombro”, le decía.

Cuando despertó, Jan Grzebski insistía en ver al funcionario del partido que le habían asignado antes de entrar en coma.

Decía: “Traigan al camarada, no se qué tengo que hacer, qué tengo que decir, no entiendo porqué mi casa está llena de periodistas, no entiendo porqué está pintada de otro color, no entiendo las cosas que tiene adentro, no entiendo nada.”

¿Adónde está mi mesa donde desayunaba, adónde mi taza preferida, adónde se metieron mis vecinos?

Soy un simple trabajador del ferrocarril, ¿porqué Becker me metió en esta pesadilla?. Le dije que no todo el tiempo, pero al final lo logró, maldito Becker.

Ahora tengo que enfrentar al espejo del baño, que evito, y la cara de mi mujer, que está desconocida.

Tengo que hacer la cola para los alimentos y no me dejan.

Todo el mundo anda hablando solo por la calle a unos aparatitos rectangulares y hasta dónde yo se, con mi ignorancia de hombre simple, sólo los locos hablan solos por la calle.

Pero lo más extraño es que Jan no encontró verdaderos cambios en la gente.

Son los mismos pero con muchos aparatos y muchas cosas que no había o no recuerdo”, dice Jan.

Me parece que me voy a dormir de nuevo, aquí hay un error, dice Jan.

Y le pide a la mujer que cierre la puerta y no deje entrar a nadie.

“Necesito que me traigas un café en mi verdadera taza y me cuentes las cosas”, le dice.

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