sábado, 25 de agosto de 2007

El Vaticano ayuda a los damnificados por el terremoto

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21:23 El primer ministro del Vaticano entregó ayuda para los damnificados por el terremoto

En un gesto sin precedentes, el cardenal Tarcisio Bertone llevó a la ciudad de Ica una donación de más de US$ 1 millón para atender a las víctimas. Además, transmitió el "personal apoyo espiritual y material" del papa Benedicto XVI por la tragedia, que dejó más de 500 muertos.

Bertone llegó en avioneta a Ica, en compañía del cardenal de Lima Juan Luis Cipriani, el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Miguel Cabrejos, y otras autoridades eclesiásticas. El enviado de Benedicto XVI recorrió las calles de la ciudad, que todavía muestran los efectos del sismo.

Luego, el cardenal participó de una concurrida misa en el santuario del Señor de Luren, cuya torre principal se desmoronó a raíz del temblor. Allí entregó una donación, en sobre cerrado, para la reconstrucción del templo, ubicado en pleno centro de Ica.

La imagen del Señor de Luren salió en procesión para retribuir la visita y fue recibida con emoción por los feligreses, algunos de los cuales llegaron desde los lugares más devastados para agradecer por haber sobrevivido al terremoto.

Bertone, quien también visitará la ciudad de Pisco, fue recibido más temprano en Lima por el presidente peruano, Alan García. "Vengo a transmitir el personal apoyo espiritual y material del Santo Padre", afirmó el cardenal. Y expresó su deseo de que "la ayuda fraterna de las comunidades cristianas y civiles de todo el mundo no falte a aquellos en necesidad".

El cardenal presidirá mañana el IX Congreso Eucarístico Nacional, que se celebrará hasta el 30 de agosto en la ciudad de Chimbote, al norte del Perú. Ese mismo día regresará a Lima para participar en una solemne eucaristía en la Basílica de Santa Rosa, santa peruana que será homenajeada en su festividad anual.

(http://www.clarin.com/diario/2007/08/24/um/m-01484941.htm)

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“Mire cardenal Bertone, va a tener que darse una vuelta por Perú para llevarle un millón de dólares a las víctimas del terremoto”, dice el Papa mirando fijamente a los ojos del cardenal, lo cual suele ser un arma mortal.

“Está bien Ratzinger, si es una orden debo cumplirla aunque los viajes me empeoran las várices y después apenas puedo caminar”, contesta apesadumbrado el cardenal que ya había arreglado para jugar al golf con sus amigos.

“¡Qué apenas puede caminar!, ¿Usted cree que lo mando para que entregue un sobre y después se quede descansando en la curia? Tome analgésicos o lo que sea, pero necesito que los peruanos y el mundo entero lo vean repartiendo sobres durante tres días seguidos, ¿me entiende?”, aclara el papa a Bertone, que sabe muy bien de qué se trata pero hace como que no.

Sensibilizado por los comentarios de Periodismo Sur-Realista acerca de su lamentable pedido de ayuda para los damnificados por las inundaciones en Asia, Benedicto XVI vio que el terremoto de Perú le daba una nueva oportunidad y no la desperdició.

“¿Porqué con los asiáticos no y con los peruanos si?”, ensaya Bertone como débil e inútil protesta.

“Es elemental, Bertone: su pregunta es tan idiota que voy a revisar su nombramiento. Un millón de dólares para quinientos peruanos se notan mucho más que para los asiáticos, que siempre se joden en cantidades astronómicas. En este caso, el millón hubiera sido casi una limosna ofensiva. Además no se olvide que en Latino América, que siempre fue nuestra, estamos peleando contra una dura competencia y tenemos que reasegurar el mercado”, le comentó el papa como si hiciera falta.

De manera que el varicoso cardenal Bertone tuvo que guardar sus palos de golf y tomarse un avión tan lleno de sobres que apenas entraban las valijas.

Después de tres días enteros de extenuantes caminatas para llegar a cada vivienda semidestruida y a cada refugio de sobrevivientes para entregar personalmente los sobres (amén de saludar al presidente y dar conferencias de prensa), llamó a Roma.

Con apenas un hilo de voz, pidió hablar con el papa.

Hola, ¿Ratzinger? Mire, estoy destruido pero feliz. La idea anduvo fantástico: fuimos noticia durante los tres últimos días, las plazas están llenas de creyentes, no doy a basto con las misas y muchos adolescentes pobres y asexuados quieren ser sacerdotes. Tanto que hasta hay largas colas en los seminarios. Creo que el cambio climático nos favorece y le propongo que incentive los terremotos: esto demuestra que llegó de nuevo nuestro momento”, dijo el exultante cardenal Bertone antes de desmayarse.

“Las noticias son muy buenas pero no sea idiota, Bertone”, corrigió el papa mirando fijamente al teléfono con sus ojos de huevo, “el cambio climático también puede terminar con nosotros. Ahora le ordeno que empiece a rezar contra los terremotos y los tsunamis: ése gesto nos va a hacer más populares todavía. Llámeme mañana”.

Y cortó abruptamente antes de ponerse los coquetos zapatitos rojos.

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