domingo, 26 de agosto de 2007

Argentina negocia con el Club de París

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17:57 Peirano se reunió con el embajador de EE.UU. y dio otra señal sobre la deuda con el Club de París

El ministro de Economía le expresó a Earl Wayne la "voluntad" de la Argentina de retomar el diálogo con miras a negociar la deuda de 6 mil millones de dólares que el país mantiene con los 19 países miembros del grupo.

El ministro de Economía, Miguel Peirano, se reunió hoy con el embajador de los Estados Unidos, Earl Wayne, a quien le dio una señal más de la intención oficial de avanzar en el tema de la deuda con el Club de París, de unos 6 mil millones de dólares.

Según informaron fuentes oficiales, Peirano le manifestó al diplomático "la voluntad de la Argentina de retomar el diálogo con el Club de París para negociar la deuda que el país mantiene con ese organismo".

Que se resuelva la deuda con ese grupo de 19 países viene siendo un reclamo persistente de grupos empresarios, que argumentan que el pago facilitaría la llegada de créditos internacionales al país para la compra de bienes de capital.

En la reunión con Wayne, el ministro también habló de la "necesidad de preservar el equilibrio en las negociaciones dentro de la Ronda de Doha, de modo de evitar que desgravaciones arancelarias bruscas en el sector industrial pudieran afectar el desarrollo de países emergentes como la Argentina".

(http://www.clarin.com/diario/2007/08/24/um/m-01484849.htm)

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¿Cómo puede deberse dinero a un club informal, que carece de estatuto y ni siquiera tiene un equipo de fútbol que lo represente?

Tampoco tiene una comisión directiva estable o elegida democráticamente por los socios, que se dividen en dos categorías insólitas: deudores y acreedores.

No hay ningún otro club en este planeta con socios discriminados en esas categorías, que recuerdan vagamente al sistema de castas de la India.

Sabemos poco pero interesante: su función es coordinar formas de pago y renegociación de deudas externas de los países e instituciones de préstamo.

O sea: lograr que los deudores le paguen a los acreedores.

Y también cómo funciona y quiénes integran su comisión directiva: las reuniones se efectúan en París 10 a 11 veces al año entre sesiones de renegociación, análisis de deuda o aspectos metodológicos. El Presidente de las sesiones es un alto funcionario de dirección de la Tesorería de Francia. El Copresidente y Vicepresidente son también funcionarios de la Tesorería de Francia.

Pareciera ser una simple secretaria del ministerio de economía francés, pero miren qué interesante la lista de socios en las dos categorías mencionadas.

Está integrado por los siguientes países acreedores permanentes: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, EE.UU., España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Noruega, Rusia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia, y Suiza.

¿Y qué tenemos del otro lado? No tenemos países integrantes permanentes, sino sólo deudores ocasionales o crónicos, pero que no son socios estables del club: ni siquiera los dejan cambiarse en el vestuario o tomar un café en el bar.

Han participado en algún momento como deudores: Abu Dhabi, Argentina, Brasil, Corea del Sur, Israel, Kuwait, Marruecos, México, Nueva Zelanda, Portugal, Trinidad y Tobago y Turquía.

Uno podría pensar que viene un país deudor (Marruecos, digamos) y llena el formulario para hacerse socio debajo de un árbol y sin poder entrar, pero la Comisión Directiva le dice: “Sólo si saldan la deuda con nuestro socio Austria”.

“Muy bien, aquí está el dinero Austria. ¿Puedo entrar ahora?”, dice el esperanzado Marruecos.

No, ahora sólo estás en la categoría de ex-deudor, pero así nunca podrás ser socio pleno, o sea: acreedor”, contesta la Comisión Directiva.

“Bueno, ¿cómo puedo aspirar a entrar como socio pleno?”, insiste Marruecos.

“Es muy simple: tendrías que acumular suficiente dinero como para prestarle a un país que nunca pueda pagarte. Y después demandarlo, entonces vamos a aceptarte”, le dice el alto funcionario de la tesorería de Francia.

Ahora vamos entendiendo pero de a poco, como corresponde al cerebro de nativo de país deudor.

Pero atando cabos y recordando cuentos de la infancia aptos para deudores, logramos aprender dos cosas: que los acreedores y las cigüeñas vienen de París.

Y que los deudores del mundo venimos de Marruecos.

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