domingo, 21 de octubre de 2007

Los políticos candidatos "se meten entre la gente"

LA ESTRATEGIA DEL CANDIDATO PRESIDENCIAL PARA MOSTRARSE DESCONTRACTURADO
Para "meterse entre la gente", Lavagna caminó por Florida

Abundaron las preguntas sobre los precios e insistió en que sabe cómo resolver la inflación.

Una caminata por Florida y Lavalle. Con la convicción de que el voto urbano de clase media lo favorecerá en las últimas horas de aquí al 28, el candidato de UNA, Roberto Lavagna, buscará "meterse entre la gente".

Ayer, en el cruce de las dos peatonales -minutos antes del mediodía, cuando el sol comenzaba a hacerse sentir entre los porteños que se preparaban para la hora del almuerzo- Lavagna despuntó su mejor receta electoral: contestó preguntas sobre los precios.

"Soy el candidato que mejor sabe cómo resolver la inflación, no tengo un plan avestruz", repetía, una y otra vez, ante cada consulta de los peatones en alusión a su latiguillo de campaña: que el Gobierno esconde la cabeza en lugar de enfrentar la suba de los precios.

Entre las conclusiones que el equipo de UNA arrojó en sus últimos días de diálogo con la gente, Lavagna destacó que "en las grandes ciudades se empieza a ver un traslado a segundas marcas; la primera vez que ocurre desde la devaluación". Es una de las ideas que desarrollan en el entorno lavagnista, donde sostienen que desde que el ahora candidato abandonó la gestión al frente del Ministerio de Economía, la inflación fue comiéndose la capacidad de compra de las clases medias.

Como ayer, con recorridas sorpresivas en pleno corazón de la Ciudad, Lavagna prevé pasarse el resto de los días hasta el miércoles 24, cuando hará su gran cierre de campaña. El objetivo será: recorridas cortas en áreas metropolitanas y del Gran Buenos Aires.Le apuntará a la misma idea: mostrar un candidato descontracturado y en contacto con las clases medias urbanas. El próximo 24, el equipo de UNA prevé que Lavagna realice una "jornada de actividades" a lo largo de todo el día en lugar de un acto de cierre de campaña, como habitualmente realizan todos los candidatos.

(http://www.clarin.com/diario/2007/10/20/elpais/p-01901.htm)

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Les recomiendo que tengan mucho cuidado porque, de golpe, algún candidato presidencial puede aparecer de improviso, sin avisar y “meterse entre la gente”.

Por ejemplo: podrías estar en la cama con tu mujer, y de golpe sentir que hay una tercera persona que comenzará a hablarte de sus planes de gobierno.

No temas: no tiene ningún interés sexual, sólo quiere tu voto.

También hay algunas señoras que quieren “meterse entre la gente”, y la escena es idéntica, al igual que su interés: sólo quiere tu voto.

Es sabido que, en las épocas pre-electorales, los políticos vuelven a sentir un desmesurado amor por la gente, una vocación de servicio comunitario que haría palidecer de envidia a Francisco de Asís.

De golpe pueden aparecer en el subte, a la hora pico, y luchar a codazo partido para entrar en el vagón al tiempo que hablan de la inflación y prometen mejoras sustanciales, al estilo de: “Esta terrible escena no va a volver a repetirse si me eligen presidente. Habrá más trenes, alfombras rojas y azafatas que los ubicarán en sus asientos aún a esta hora, las seis de la tarde, mientras los invitan con café, refrescos y galletitas”, grita el candidato al tiempo que su elegante corbata vuela por el aire y desaparece el Rolex de su muñeca sin que la custodia haga nada, por expresa indicación del político.

Los candidatos se ponen extremadamente humanos a medida que se acerca la fecha de las elecciones: pueden ir a la popular de la cancha, meterse en un colectivo, hacer las compras en el supermercado del barrio, conversar con los parroquianos en una cafetería, escuchar a la gente con atención.

Y especialmente pueden prometer: el oro y el moro, esto y aquello, lo posible y lo imposible. Especialmente lo imposible.

Es como vivir un rato de magia con los Reyes Magos antes de la noche del 5 de enero: francamente maravilloso.

Los candidatos hacen recorridas sorpresivas en pleno corazón de la Ciudad, tocan el corazón para trocarlo por un voto. Y se aseguran de que los registren en directo o los graven para lograr la repercusión masiva que necesitan. (Pero esto es cuestión de los jefes de campaña, los candidatos viven su minuto de auténtico romance con la gente, qué joder con los mal pensados).

De golpe vas al kiosco a comprar cigarrillos o pastillas y te atiende el candidato que, con una sonrisa te dice: “No te preocupes por el cambio, hoy tengo muchas monedas”. Y seguro que te va a regalar una horquilla para la señora y unos caramelos para los pibes: ¡andá al kiosco de una vez, no te lo pierdas!

Los candidatos se ponen muy dulces cerca de las elecciones.

Creo que hasta podrías contarle tus cosas personales a cualquiera de ellos y te escucharían con atención, especialmente si hay cuarenta y cuatro cámaras cerca.

Déjalos que entren en tu casa: hoy son buena gente, no te los pierdas por favor.

Y pediles algo, aunque sea para divertirte con la ilusión.

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