jueves, 27 de septiembre de 2007

Pericia complica a acusada del crímen del cardiólogo

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17:10 Una pericia complica a la acusada del crimen del cardiólogo

El estudio balístico determinó que el asesinato de Jorge Farah, ocurrido hace 23 días en el barrio porteño de Caballito, fue cometido con el arma que se le secuestró a su amante, imputada de matar de tres disparos a la víctima.

Gloria Opazo, detenida y acusada de asesinar de tres disparos al cardiólogo Rubén Farah, en Caballito, se había negado a declarar ante el juez tras ser arrestada y su abogado pidió entonces que la trasladen a un neuropsiquiátrico. La mujer está en el Moyano, a la espera del resultado de los estudios que determinarán si es imputable. Pero ahora, una pericia determinó que el homicidio se cometió con el arma que se le secuestró cuando fue arrestada.

Fuentes judiciales informaron que la pistola calibre 3.80 que se le secuestró a Opazzo fue sometida a una pericia balística y se comprobó que es la misma que se uso en el homicidio.

Farah, de 52 años, jefe de cardiología del Hospital Rivadavia, fue asesinado el lunes 3 de setiembre, cerca de las 20, cuando caminaba por la calle Chaco al 100. Lo baleó una mujer con la que discutió. La Policía detuvo a Opazo, de 50 años, en su departamento de Marcelo T. de Alvear al 900.

La mujer mantenía una relación sentimental con el cardiólogo y trabajaban juntos en el Policlínico Bancario. En casa de la detenida la Policía encontró una pistola y una caja con balas. También había una carta dirigida a sus amigas, en las que decía que se sentía sola.La acusada mantenía una relación sentimental con el médico, quien según las averiguaciones policiales, le había manifestado su intención de no seguir con el vínculo. Opazo habría amenazado con revelar la relación a la esposa de Farah, pero el cardiólogo habría confesado en su núcleo familiar que tenía una amante a la que quería abandonar.

(http://www.clarin.com/diario/2007/09/26/um/m-01507095.htm)

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La acusada mantenía una relación sentimental con la psiquiatría, lo cual podría salvarle la vida o atemperar el rigor de la justicia.

La clave que resolvió la compleja trama del asesinato fue el interrogatorio que el personal de balística realizó a la pistola calibre 3.80 que se le secuestró a Gloria Opazo.

Al principio, la pistola negó toda vinculación con el hecho diciendo, por ejemplo: “Yo no sé nada, pregúntenle a ella”. O: “Creo que estaba dormida y me despertó un ruido fuerte”. “¿Fuerte como qué?”, pregunta el oficial a cargo mirando torcido a la pistola. “Y…fuerte como una tormenta con rayos”, dice la calibre 3.80 con una sutil sonrisa insoportable.

Fue el límite para la paciencia del interrogador, que procedió a los métodos habituales para conocer la Verdad, tal cual aconseja Aristóteles en su Metafísica.

A punto de derretirse, la pistola emitió un gemido que los policías interpretaron de acuerdo a su conocida formación en Investigación del Inconciente. Dicen que dijo: “Ella me apretó hasta que tuve que disparar”.

Ahora los dos están procesados, pero hay una cantidad de puntos oscuros en esta historia.

Por ejemplo: ¿cómo se explica que la acusada confesara, en una carta dirigida a sus amigas, que temía quedarse sola y luego matara a su única compañía?

(Es el argumento más fuerte de la defensa)

Las amigas dicen que fue por amor, para evitarle un infarto al cardiólogo.

Las enemigas dicen que tenía todo calculado y había convencido a la pistola para entrar a los tiros en la casa del médico y matar a todos, a cambio de un service hecho por el mejor armero del país, que tiene un spa para pistolas.

¿De qué trabajaba la mujer junto a su amante en el Policlínico Bancario?

¿Qué oculta relación existe entre corazón, negocios bancarios y desarrollos psiquiátricos?

“Mirá que le cuento”, le dijo Gloria un día cuando se venía venir el abandono.

Me muero si hacés eso”, contestó Farah.

“Como quieras, corazón”, dijo ella con una sonrisa igualita a la de la pistola calibre 3.80.

Ahora sabemos que la pistola aprendió todo de su dueña, que no tenía perro.

Y también que los cardiólogos deben cuidar mucho a su corazón, aunque sea para dar el ejemplo.

Es probable que la pistola sea condenada a pasar el resto de su vida en un desarmadero.

Y que ella se quede a vivir en un hospital neuro-psiquiátrico o algo así, lejos de turbios amoríos y negocios bancarios, que al final te dejan sola y desesperada.

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