viernes, 21 de septiembre de 2007

Comenzaron a llegar pingüinos a Punta Tombo

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10:30 Comenzaron a llegar pingüinos a Punta Tombo

Desde hoy y durante 72 horas se puede seguir a través de Internet el arribo de las aves a las costas chubutenses. Además, se televisa por 200 canales de todo el mundo.

Tomando como precedente el éxito que tuvo el año pasado la televisación y transmisión por Internet de la llegada de pingüinos a Punta Tombo, desde hoy y durante 72 horas se vuelve a repetir la experiencia, de la que en 2006 participaron 200 canales de todo el mundo.

Tras pasar el invierno en las costas de Brasil, más de 200 mil parejas de pingüinos de Magallanes comenzaron a llegar a la pedregosa costa chubutense para reproducirse. Las características de los pingüinos machos despertarían la envidia de muchas mujeres. No sólo son monógamos, sino que son ellos los primeros en llegar a la Patagonia para limpiar y dejar impecable el nido -que la misma familia utilizó el año anterior.

Luego de realizar la tarea, esperan descansando el arribo de su pareja, que se produce unos días más tarde. En octubre las hembras ponen dos huevos, que eclosionan en noviembre. A diferencia de muchas especies, ambos comparten la tarea de incubación y alimentación de los pichones. Los recién nacidos se independizan hacia fines de enero o principios de febrero, y cambian su plumaje entre los meses de marzo y abril, antes de comenzar la migración hacia el norte.

(http://www.clarin.com/diario/2007/09/21/um/m-01503720.htm)

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Los pingüinos no suelen aparecer en las crónicas policiales, al menos desde hace mucho tiempo.

Tampoco en cuestiones ideológicas, religiosas o políticas, salvo que uno sea argentino y se tome en serio la propaganda política.

No conocemos ningún papa pingüino, ningún personaje famoso, ningún artista exitoso, ningún deportista de elite que pertenezca a esta especie.

Solo son increíblemente simpáticos para caminar y es difícil no sentir algo definitivamente hermoso cuando se los ve andar en fila india hasta la playa.

Andan de a muchos pero eligen un amor y le son fieles.

Al que le toca no procrear, por cuestión de órganos, le corresponde preparar la casa y esperar a su pareja, que pondrá los huevos en el momento oportuno, sin cursos pre-parto ni cesáreas.

A diferencia de muchas especies, ambos comparten la tarea de incubación y alimentación de los pichones.

Pero al igual que las ballenas pasan el invierno en Brasil, mientras que prefieren la Patagonia para vivir en primavera y durante el verano.

No es raro, entonces, que sean capaces de producir pingüinitos felices.

Y ésa debe ser la razón por la que se bambolean con tanta gracia al caminar: debe ser de pura alegría.

Ahora es posible verlos por televisión y por internet: ignoro que rating tendrán, pero seguramente no debe preocuparles demasiado.

Lo que sí produce un poco de pánico es andar contándolo con tanto entusiasmo, tal vez porque todos sabemos que, en comparación con los humanos, su estilo de vida es notoriamente superior.

No seríamos capaces de admitir que es necesario aprender de los pingüinos, ninguna autoridad se atrevería a hacerlo aunque hay excepciones.

Por ejemplo: el cura José Antonio Mercau (50), que había llegado a la parroquia del barrio López Camelo, en el partido de Tigre, hace 20 años. Allí levantó el Hogar San Juan Diego al que concurrían varones de entre 12 y 17 años y un Centro de Apoyo Escolar. Pero la imagen del sacerdote cambió: fue detenido tras ser acusado de abusos sexuales, luego quedó libre, pero ahora deberá quedar preso en una comisaría (antes estaba preso… ¡en un convento!)

En mayo de 2005 cuatro adolescentes se quebraron y denunciaron que el cura abusaba sexualmente de ellos, en algunos casos, desde 2001. En dos de esos casos dijeron que los obligó a mantener una relación sexual.

En su último sermón y subido al púlpito de su parroquia dijo, en tono severo y medianamente apocalíptico: “Debemos agradecer todos los días que tenemos un Dios y una conciencia que nos hace plenamente humanos. No tenemos derecho a existir como animales que ignoran el porqué de sus actos y nunca tendrán nuestro libre albedrío para decidir entre ir al Cielo o ir al Infierno”.

Parece que el cura ya eligió, de una vez y para siempre su lugar de residencia, que evidentemente no es Punta Tombo.

De manera que, afortunadamente para él, no tendrá la desagradable experiencia de encontrarse un lugar lleno de pingüinos, esos pobres seres sin Dios ni conciencia.

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