miércoles, 14 de noviembre de 2007

Niegan relación entre debut sexual y delicuencia

Sociedad
OTRA MIRADA DE UN TRABAJO DE LA UNIVERSIDAD DE OHIO, EN ESTADOS UNIDOS
Niegan relación entre la edad de inicio sexual y la delincuencia

Un estudio hablaba de correlación entre debut precoz y trasgresión. Otro lo desmiente.

Investigadores de la Universidad del Estado de Ohio (Estados Unidos) despertaron poca atención en febrero cuando descubrieron que los jóvenes que perdían su virginidad antes que el resto tenían más probabilidades de caer en la delincuencia. Tan obvia y arraigada era la conexión entre sexo a temprana edad y posterior delincuencia que la idea ya formaba parte del programa de estudios de los programas federales que defendían la abstinencia en Estados Unidos.

Pero había un problema. Probablemente no era cierto. Y es que un estudio posterior más exhaustivo descubrió que no hay relación entre la edad de inicio sexual adolescente y preadolescente voluntario y el incurrir en conductas transgresoras de la ley años más tarde.

Este nuevo análisis, que no es más que una reevaluación de la misma información utilizada por el equipo de Ohio, es uno de los varios ejemplos recientes en los que una revisión más precisa de los datos echa por tierra presunciones presentes desde hace años. Todo comenzó cuando Dana Haynie, una socióloga del estado de Ohio, y su estudiante recién graduada Stacy Armour, publicaron un estudio en febrero en el Journal of Youth and Adolescence (Diario de la Juventud y la Adolescencia). Analizaron para ello información de más de 7.000 chicos, como parte de un estudio nacional financiado por el gobierno norteamericano y que en 1994 comenzó a recoger información sobre la conducta de los estudiantes estadounidenses de los grados 7 a 12.

Haynie y Armour dividieron a los chicos en tres grupos según la edad en la que habían tenido su primera relación sexual (en promedio, la mayoría perdía su virginidad a los 16 años). Su conclusión fue que un año después de haber perdido la virginidad, los chicos que habían tenido relaciones antes tenían un 20 por ciento más de posibilidades de caer en la delincuencia, aun considerando factores importantes como el nivel económico, la raza, la influencia de los padres y el medio ambiente.

Pero Paige Harden, doctora en Psicología de la Universidad de Virginia, en Charlottesville, no dio crédito al trabajo de Haynie y Armour. Harden sospechó que había un error en ese estudio y junto a otros especialistas estudió a más de 500 pares de mellizos del mismo muestreo nacional analizado por el equipo de Ohio. Como los pares de mellizos comparten una herencia genética idéntica o similar y también ambiente hogareño, los estudios resultan útiles para descubrir relaciones causa-efecto falsas.

"Lo que descubrimos es que no existe relación entre la edad a la que se tiene la primera relación sexual y la delincuencia", explicó Harden. "La manera como se puede relacionar ésto con el estudio anterior es deducir que existen otros factores que promueven el sexo a edad temprana y la delincuencia" indicó Harden.

(http://www.clarin.com/diario/2007/11/13/sociedad/s-02801.htm)

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La virginidad es algo que se pierde, como un llavero o un paraguas.

Y gracias a la socióloga Dana Haynie y a su alumna recién recibida Stacy Armour ahora sabemos algo muy importante: cuánto antes se pierde, más fácil es transformarse en un delincuente.

Después viene una doctora en psicología con otros delincuentes a decir que no es cierto pero ya es tarde: algo se perdió para siempre, igual que la virginidad.

Algo que debía ser blanco, inmaculado, níveo, celestial e insulso se transforma en torpe, sucio, contaminado, sospechoso y execrable.

“¿Qué hacemos, Dana, cómo justificamos el sueldo?”

“Fácil, Stacy, descubrimos algo que todos quieren escuchar, que dan por sobreentendido y listo. Aquí a nadie le va parecer raro que haya relación entre ambas cosas y también, de paso, podemos decir que Darwin estaba loco o era hijo del Diablo”, contesta Dana.

Así que Dana y Stacy desarrollaron su Sida Sociológico con total impunidad.

Suerte que tenemos una lista de temas apasionantes para investigar, de ésos que pueden darnos de comer durante dos siglos.

Por ejemplo: la relación entre la precocidad para lavarse los dientes y la probabilidad de llegar a ser un Premio Nobel.

O la facilidad para hacer zancadillas a los compañeros del pre-escolar y llegar a ser gerente de la Ford.

Sin olvidar la íntima y obvia relación existente entre el despertar de la destreza para usar el bidet y la tendencia a ser un asesino serial, un tema que apasiona a los genetistas.

Por eso no tiene nada de especial que Jane y Manuel diseñen su futuro a la tierna edad de catorce años de manera absolutamente previsible: “Primero vamos al campito y después a la armería a comprar un revolver”, dice Dana que Manuel le insinúa a Jane.

Y después que consuman la terrible inmundicia que hace perder la virginidad, traman su primer asalto al Banco. Una cosa que lleva inevitablemente a la otra, una cadena de hechos indiscutibles y científicamente verificados.

Por ejemplo: “Ahora te doy un beso y enseguida me robo una heladera”.

O mejor: “Ahora hacemos el amor y después le rompemos la cabeza a Dana y Stacy”.

Entonces viene el abogado de la Universidad de Ohio (Estados Unidos) y arma una causa que termina con tu extradición a Guantánamo (Cuba) y te arruina la vida para siempre.

Pero además, el hijo de puta te sonríe de costado en el Juicio Final, y te dice como al pasar: “¿Ven que las sociólogas tenían razón?”.

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